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La doctora Rosa cobra € 190
¿Qué es lo que nos hace distintos de los animales? El raciocinio, por supuesto. El mío, lo valoro mucho por su utilidad pública y porque me doy cuenta de los esfuerzos y milenios empleados por la señora Naturaleza; su desarrollo, ocurrió por medio de duras penas que se les impuso a nuestros antepasados para entregármelo en bandeja de plata, según explica Charles Darwin.

Ojalá no haya ningún descendiente de los perfumados Adán Pijo y Eva Pija, pues soy oriundo de los sucios y malolientes monos.

Tuve la suerte de nacer en el último cuarto del siglo XX y por llegar a mi segundo decenio de vida enganchado, con un gran entusiasmo, bajo los dominios del internet. Pero con el paso de los años ¡vaya amigo, fue muy duro!

¿Cuántas veces el hombre primitivo, ya sedentario, se rompió la cabeza hasta entender que la súplica a los dioses no haría que los animales se multiplicaran en los cercados? Bueno, el pueblo era como los animales.

¿Y por qué demonios los prototipos de seres humanos resisten tanto en utilizar el asado que tardó miles de años metido en el horno? El encéfalo ya está listito, hermosito, envasadito, en una cajita craniana relativamente segura, listo para utilizarse en cualquier momento, siempre que se le necesite. No gasta luz y tampoco paga alquiler.Su mantenimiento es extremadamente placentero. Al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta comer y respirar?

De hecho nuestra azotea nos somete como a un centinela y cuando estamos siempre disponibles, perdemos el respeto. A las mujeres no les gustan los hombres empalagosos y solícitos (necesito contenerme…) y los falsos amigos nos creen idiotas buscando que los apoyemos a las dos de la mañana.

Quizás, tal circunstancia propicie a tan subordinado cerebelo que se le maneje como un títere felpudo por la gente que desconoce su evolución. Oye tío, dame un respiro…

Por esto inventaron algunas barbaridades, como: “quien con hierro mata, a hierro muere”, “quien no tiene caballo, se monta en un buey”, “a quien siembra vientos, recoge tempestades”, “quien vive de refranes es un cabrón”.

Sin embargo, lamentablemente, los refranes están más allá de la estancada sabiduría popular que sigue de generación en generación. Hay muchos animalitos de un lado a otro por ahí que necesitan almacenar en cajas sus discursos hechos , dentro del cerebro, y tirarlos como pedos, siempre que se dirigen a otros bípedes.

Aquí, yo hablo con mi heterónimo “Gacha Ácida”, mi insoportable alter ego, aburrido, irónico y sarcástico, que bauticé con otro nombre y me lo aparté creando otro yo.

Sin embargo, alguien que me conoce sabe cómo soy sensible, romántico, poeta, creo en la humanidad y en el amor incondicional. ¡Ay!

De ahí se puede imaginar el porcentaje de mi renta malgastada con terapias de todo tipo y cursos de desarrollo personal. ¿Y el costo - beneficio? ¡Eh! ¿Va a llover? ¿Hace calor, verdad? Vale, no me pongas mal. Te lo diré. Además, malgastar dinero con promesas de crecer como persona, busco ocultar de mí el costo- beneficio pues es una mierda.

Un célebre escritor y doctor en neurolingüistica amigo de mi amigo, me recomendói una psicoterapeuta en Alcobendas (vivo en Madrid).

Tomándolo en cuenta, devoré con ganas ,todas sus publicaciones. Ni siquiera pensé dos veces para firmar el compromiso de una cita por semana en el suntuoso consultorio de la Doctora Rosa C…. Allí estaban sus estanterías y cristaleros rellenos de libros, un balcón soleado con vista al parque Andalucía, y además pagar € 190 cada sesión, incluso el desplazamiento para la consulta con la dicha psicóloga cognitiva – conductual.

– Doctora, ¿Me puede hacer un descuento para € 153?

– ¡Vete a pedirle plata a tu madre!

– ¡Vale! Quizás las cortas y estúpidas respuestas (más estúpidas que cortas) compongan la terapia. A ver qué pasa.

– Doctora, me encanta el denodado “Payaso que huyó del circo “: un niño circense que nació discapacitado y, con ochos años, empieza a desarrollar sus primeros emprendimientos y… - pasados dieciocho minutos – Han publicado su historia en la revista Tú S.A. y, que después ganó el premio emprendedor del año.

Ella movió los labios, solo a la izquierda y, sin mover la cabeza, dirigiólos ojos hacia el techo y exclamó:

– Es un CASE de éxito.

– Doctora Rosa, admiro también a otro emprendedor que solo tenía € 15 para comprar medicinas para su hija. No obstante, decidió comprar dulces para revender. Casi dos horas después, tenía el valor de la medicina para su hija y € 80 más. Eso pasó hace un año y pico, y hoy en día hace conferencias para ejecutivos.

Ella paró de ver sus uñas para exclamar una vez más:

– Otro CASE de éxito…

– Doctora C…, en un sueño, yo soy dos empresarios, a la vez. ¿Qué significa?

Se encogió de hombros de manera casi imperceptible

– No significa nada. Un puro es solo un puro.

– Doctora, pienso que no soy un CASE de éxito.

Me miró con los ojos muy abiertos.

– ¿Qué lástima, no?

– Doctora, ¿Cuál es el sentido de la vida?

Afinó demasiado la voz, antes de lanzarme una más de sus frasecitas :

– ¡Ah! Me apetece comer a las cinco de la tarde.

– Doctora, mañana es el “día D” de mi vida y tendré la decisión más importante que ya me exigieron…

– Miguel, se acabó su tiempo. ¡Suerte! La próxima semana me cuentas cómo lo concluyó. Pídale el recibo a la secretaria.

– Doctora Rosa C…, mi nombre es Marcelo, no Miguel.

– Hasta el jueves, Marcelo.

Regresé a Madrid un poco enojado. No suelo hacer comentarios sobre las cosas, pero esperaba más. Preferí hacer borrón y cuenta nueva.

El hecho me hizo acordarme de una exnovia, que todavía no sé porque la perdí. Teníamos todo para ser una pareja de éxito.

Los que me aconsejaron, dijeron : lo que tenga que ser, será. ¡Ay!

Me dijeron los espiritas que “pedí para reencarnar así” Los creyentes, “que es la voluntad de Dios”, y los ateos, “que la vida es un juego”.

Sin embargo, fueron muchos espiritas, muchos creyentes y muchos ateos que pronunciaron idéntica revelación. ¿Habrían firmado un acuerdo? No, no, exagerar es incompatible con mi estilo.

Llegué a mi casa y llamé a un amigo, aquél que es amigo del célebre neurolíngüista.

– ¡Hola, Pablito! Tuve una cita con la psicóloga de Alcobendas, y no me gustó.

Tras media docena de segundos, él exclamó:

– A lo hecho pecho.

Mingau Ácido (Marcelo Garbine)

Escritor: Marcelo Garbine Mingau Ácido
Traducción: Maribel Pacheco
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Ilustración Nanci Penna

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